Escucha a las piedras, incluso ellas tienen su grano de sabiduría. ¿Cuánta sabiduría tienes tú en cambio? Es un bien bastante escaso en los humanos, la única certeza que tienen es que van a morir.

lunes, 26 de agosto de 2013

Al silencio lo empuja el viento

"Pero las personas que mataron no fueron parásitos. Los niños iban a la escuela. Tenían baño. Eran gitanos trabajadores". Jefe de Policía

Los europeos desde el principio entendimos que en esto del cine sin silencio no se iba a ninguna parte. Las primeras películas de los Lumière no necesitaban intertítulos para entenderse. Han pasado unos ciento veinte años y el silencio sigue siendo crucial para muchos europeos.

En la tierra de Béla Balázs se han hecho películas donde el silencio estaba en su mayoría presente. En Sólo el viento no es diferente. Es tan real y cuenta su historia con tanta crudeza como la película que ayer mencionábamos. O más. La película no es un documental, usa hechos reales para crear una ficción paralela. Es una película sobre el miedo, la opresión del fuerte al débil o del que recibe las ayudas al que no las puede conseguir, el racismo, el machismo, pero sobre todo de las diferentes formas de defender a la familia. Empieza la mañana siguiente al brutal asesinato a un familia gitana vecina dónde ejecutaron uno a uno a sus miembros.

Con un padre que está en Toronto sacando dinero para llevarlos a Cánada y en una sociedad donde una mujer es afortunada si llega al matrimonio sin ser violada la madre, el hermano y la hermana, cada uno a su forma intentan defender a la familia. La madre a base de sacrificio, es pluriempleada y va constantemente de un trabajo a otro. A causa de esa vida ha tenido problemas con el alcohol. Para ella todos los días comienzan antes de que salga el sol cuando silenciosamente hace café. La hermana lo hace desde la ternura, es experta en escapar, quizá por su etnia, de los abusos sexuales de los compañeros de clase. Porque sí, es una escuela donde nadie ve nada. Es mejor mirar a otro lado y callar que hablar y ser el centro de los abusos. En el entorno familiar cuida realmente más que los hombres a las mujeres. El hermano defiende a la familia mediante su ingenio de pillo. Sabe dónde está cada cosa que sirve la pena y tiene un plan b por si todo va mal.

Porque es un sitio dónde todo va mal. El jefe de policía en el lugar del último asesinato deja patente que sabe quiénes son pero no puede hacer nada por pillarlos y cree que las últimas víctimas fueron sacrificadas y no tuvieron que ver con las otras víctimas de violencia racial. Son los fuertes acechando al débil en un sistema creado por ellos mismos. Los hombres machacan a las mujeres, mujeres que son las que realmente sacan adelante la vida en esos lugares.

Es una película preciosa, la cámara sigue a los tres personajes principales a lo largo de un día en su deambular en silencio por la vida con la cabeza agachada por el miedo. Con apenas líneas de diálogo y muchas escenas dónde el manejo con el que graban con luz natural es impecable. Hay muchas escenas plagadas de silencios cómo la última en la morgue de la comisaria dónde sólo con la expresión y los movimientos del actor se sabe que el forense está tan cansado de estas muertes inútiles como el jefe de policía y se siente impotente. La impotencia de colocar, otra vez, la ropa a los muertos. O otras como la madre levantándose aún de noche para hacer el café, la hermana jugando con la chica en el agua que contiene productos de limpieza, el niño sacando su rabia contenida al darse cuenta de lo que realmente pasa. Pequeña escenas que se marcan en nuestras retinas.


Un film muy valiente que sin necesidad de mostrar y mediante sugerencias nos coloca en situación. Así pues el vistazo a un informe del forense nos cuenta lo brutales que fueron los asesinatos, el que dos adolescentes, uno sin camiseta, tiren a una chica al suelo y le digan que se deje que terminan pronto y que ya sabía que iban a por ella nos cuenta una vida de abusos y un largo etcétera.

Con actores amateur el autodidacta director Benedek Fliegauf ha conseguido alzarse con el Oso del Gran Premio del Jurado de la Berlinale. Lo cual no es moco de pavo. Una película que en España se estrenó la misma semana que Guerra Mundial Z. Mientras en Berlín salió aplaudida en España entró con prejuicio. La radio, los periódicos o la televisión hacían eco a la lentitud con la que la película avanzaba y así Sólo el viento pasó por la cartelera cómo su protagonista por la escuela con la cabeza agachada y sin hacer ruido, fingiendo no existir para no ser la siguiente víctima.

Está película no piensa en hacértelo pasar bien, ni siquiera que salgas a la calle indignado, tan sólo que seamos conscientes. Lo que cuenta pasó en Europa, en nuestra querida y democrática UE y muchos de esos maltratos siguen ocurriendo aún en Europa. Es la voz de los que callan. Porque hay demasiadas injusticias cuyo único testigo es sólo el viento.

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