Escucha a las piedras, incluso ellas tienen su grano de sabiduría. ¿Cuánta sabiduría tienes tú en cambio? Es un bien bastante escaso en los humanos, la única certeza que tienen es que van a morir.

martes, 6 de septiembre de 2011

Once upon in Tabernas

Existió una vez un señor italiano regordete, con gafas de pasta, una especia de Coppola, pero este cien por cien italiano y otro señor delgaducho, también con gafas que le daba a la composición orquestal y como no italiano. Las casualidades no se dan dos seguidas y el azar es un caos bastante ordenado; estos dos no podían ser otros sino los grandes genios Sergio Leone y Ennio Morricone. La verdad es que si la gente se queja de enchufismo hay que llamarla en ocasiones inepta, pero en esta ocasión no hay palabras en elfo, ent o lengua conocida para insultar a aquellos que creyendo ser poseedores únicos de la verdad tienen el valor de decir que el spaghetti western es un género malo, porque luego te llueven balazos de todos lados, y con razón.
Pues llegó un día en 1968 el cual marcaría un antes y un después en el mundo del celuloide, se había conseguido en Hollywood que Sergio Leone dirigiera una película de su oeste en EE.UU. con Henry Fonda en el elenco de protagonistas. Y Leone no cabalgaría solo, pues para eso estaba la música de Morricone, amigo suyo de la infancia, sin la unión recíproca de ambos ninguno habría llegado a la grandeza y llegó el momento de atravesarla. Habían trascurrido 4 años desde que grabasen Por un puñado de dolares, La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo, e intentaron volver llamar al hombre sin nombre para protagonizar el film, pero, antes mencione que las casualidades no se dan dos veces, el gran Clint Eastwood tenía otras cosas que hacer y se lo agradecemos de veras, el papel sería para Charles Bronson, Harmonica. 
Y comenzó la fragua de una banda sonora de esas que deberían ser obligadas a escuchar en las escuelas, se hizo antes la banda sonora que la película, para que los actores pudieran escucharla mientras actuaban y llevar sus personajes al límite. Normalmente las bandas de Morricone se comen las imágenes de las películas, pero su amigo le miraba siempre a los ojos, algo que no ocurre como por ejemplo en La Misión donde la música se come las imágenes. 
Uno no sabe como no puede aburrirse con esos encuadres hasta el infinito, esas panorámicas, Leone es uno de los pocos que dio una patada a Hollywood al volver a Tabernas a terminar esta película, de EE.UU. y España, esos movimientos de cámara que la verdad se echan de menos en la actualidad. Leone se doctora y cuece un a fuego lento una danza de muerte con toda la arena y pólvora que rondaba por el lugar.
La película empieza con la llegada de Harmonica (Charles Bronson) a una estación de tren, enseguida sabemos que la unión de imagen y sonido nos va a dejar paralizados las casi tres horas de metraje, algunos bobos dicen que es demasiado, la siguiente escena vemos a un Frank (Henry Fonda) en un papel de malo donde es incomprensible como dirige miradas de odio y desprecio con esos ojazos azules. Y luego aparece Claudia Cardinale, nunca el sudor fue tan agradable verlo, en un papel donde deja a la suela del betún a las últimas ganadoras de Oscar. La historia harto conocida, la venganza, esa venganza que se cocina lenta, pero que se sabe que va a llevarse a cabo. 
Durante tres horas tenemos un guión que deja perplejos al papel de baño que escriben hoy en día, diálogos con unos personajes bien definidos, con intenciones claras, donde se contempla la historia sin saber que será lo siguiente, todo es viejo y todo es novedoso, es una cinta intemporal, donde se escapa de lo fácilmente emotivo y adentrarse en un arrebatador y profundo lirismo. 
Un genial Jason Robards da vida a Cheyenne, un bandido que se resiste al progreso y se alía con Harmonica. Los tres protagonistas masculinos saben de sobra que el tiempo del Oeste y los pistoleros se agota, Frank ve un posible ascenso a un despacho, lugar donde cree que estará el poder. 
Definitivamente, con C`era una volta il West, o su mal traducción al español, Hasta que llegó su hora se ven los elementos del cine de Leone llevados al máximo, eternas miradas, escenas donde el tiempo no solo se detiene sino que se moldea a gusto del cineasta. 
Sino tiene nada que hacer durante un fin de semana le recomiendo este film, será un acierto para usted, es posible que le cambie la vida y la que rodea a los objetos cercanos al televisor. 

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