¿Qué tras 8 horas tenga que despertar
aquí rodeado de personajes,
fantasías y ficciones?
Dios, me consuelo de que así no sea.
Que me despierte y esté ella.
Desnuda, vestida; da igual.
Su ropa, la mía; da igual.
Que tras 8 horas me levante
silenciosamente vaya a la cocina
a preparar silenciosamente el café.
Que pueda tener un hogar
y verla recién despierta bostezar.
Estaré de nuevo en casa.
En la casa hay armarios, mesas y claroscuros.
Hay lámparas, pasillos fríos y egos.
Los nuestros. Tuyo y mío. Nuestras guerras.
Quejidos y estallidos de alabanzas,
jadeos y golpes de humillación.
Los tuyos, los míos, los nuestros.
Cae la sombra entre ascenso y descenso.
La vida es muy larga entre caída y subida.
Caen sombras la tuya, la mía, las nuestras.
¿En qué se diferencian?
En que se tienen que cruzar.
Obligadas a entenderse, a hablar, a cambiarse.
A ver caer la sombra, contemplarla y disiparla.