Prosigue el drama y no sé la voz de mi verso,
me pierdo, se escabullen las palabras y pistas;
busco en vano, anhelo el momento perfecto
y no encuentro ni vocablo, ni escena, ni rima.
Ya concluyó el primer acto y de momento
me hallo mudo y la crítrica me abomina;
leo por necesidad al otro,
hablo para confirmarlo.
Sigo, aún, sin frase de telón,
desorientado, sin megáfono de mi pensamiento
avanzo sin gana, sin ínfula,
sin expresión, ni seria, ni bufa,
sin gracia, amor, ni vida.
Entonces miro mi vacío y sufrimiento,
abominable, odioso, destestable escarceo.
Cuidades de excrementables necios,
cuadrillas de amigos desleales;
el tiempo no pasa, sólo nosotros, nuestra escena.
Pero mi palabra puede cambiar el mundo
y no me sale Tío Walt.
Si en lugar de buscar pienso y siento.
Estoy vivo, existimos, somos bárbaros.
Me detengo en tu puerta, en tu entrada, en tu casa
y lo digo todo con nada;
tu felicidad, tu amor, ese es mi verso.
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