Escucha a las piedras, incluso ellas tienen su grano de sabiduría. ¿Cuánta sabiduría tienes tú en cambio? Es un bien bastante escaso en los humanos, la única certeza que tienen es que van a morir.

domingo, 19 de agosto de 2012

Puro egoísmo

Iba con prisa; tenía que ejercer de técnico de sonido y para colmo estaba en la otra punta de la ciudad cuando me lo comunican. Corría hacía mi vehículo cuando lo vi. Un hombre de pie, con dos guitarras y gafas, enfrente al consulado italiano en Pamplona. Iba con prisa y por eso me paré. El hombre ya se había sentado y abría uno de los estuches, era una Fender acústica. Fue la mirada, la mirada de alguien que debe dejar a alguien con el que ha compartido tantas cosas que sólo es capaz de darse cuenta cuando se tiene que separar. La mirada a su guitarra.
Miré a los lados, nadie parecía percatarse de lo que ocurría, la gente caminaba demasiado ocupada o demasiado desocupada para observar lo que sucedía. ¡La gente no se percataba de la realidad! Pude irme, pero el sentimiento egoísta me venció, así que me acerqué al hombre. Estábamos tan cerca que si alguno de los dos hubiéramos dado un movimiento en falso nos habríamos golpeado. Alcé mi mano y me la dio.
-¿Tocas?- me preguntó.
- Cuando se tercia- y en ese momento se terciaba.
Así que el hombre me dejó la otra guitarra y me extendió una púa que rechacé mientras me colocaba el instrumento. Toco mal, o medianamente regular, pero cantar es otra cosa muy diferente.
-¿Wish you were here? - me preguntó.
Asentí porque no podría haber otra canción mejor que tocar, porque es una de las diez que me sé de memoria y de esa forma no haría el ridículo delante de la bandera italiana. El hombre me dejó cantar al empezar a escucharme. Yo cantaba por primera vez al universo, porque ni juntándose dos personas a tocar en la calle hubo alguien con la decencia de detenerse o aminorar su paso. Él tocaba muy bien, se notaba que llevaba muchos años tocando, muchos amores por rasgar seis cuerdas; pero el tiempo es cruel y no deja pasar ninguna.
Al terminar le devolví la guitarra y le di la mano, no había arreglado nada de su vida; sin embargo, ahí estaría en su mente el día en que alguien se detuvo cuando todos caminaban a lo suyo, sin querer mirar a otro lado. Todo ello porque me recordaba a la última escena de "Hasta que llegó su hora"; Cheyenne ya herido de muerte le dice a Armónica: "Oye Armónica, cuando te toque a ti, reza porque sea alguien que sepa donde dispara". Me recordaba a la escena porque él estaba en esa situación y yo; ya sea por el tiempo, la propia naturaleza, yo mismo o alguien que quiera derribarme tendré que pasar por ese trámite. Y espero que  lo que sea sepa donde dar, porque no quiero verme en la situación de ese hombre y encontrarme que no hay quien se detenga, que no hay nadie y nunca lo hubo. Lo llamo puro egoísmo, aunque quizá sea solidaridad por si alguna vez deambulo como Cheyenne.

1 comentario:

  1. Creo que con cosas tan pequeñas, se pueden hacer cosas muy grandes, con ese simple gesto que cualquiera que pasara podría pensar, qué esta haciendo¿? por ejemplo, pues demuestras que a esta persona por momentos le has hecho pasar un momento agradable,os habeis sentido agusto, y como bien dices no les arreglado nada, pero creo que lo recordará como algun momento especial

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