Esto no lo enseñan en ninguna universidad, pero es casi lo más importante que un director, realizador, jefe de escena o como quieran ahora nombrarlo debe saber. Detrás de estos y las grandes estrellas hay una legión: técnicos, cámaras, guionistas, scripts, maquilladores, diseñadores, figurinistas, electricistas, figurantes, empresas de catering, gente que trabaja tanto como tú o más y nunca va a asistir a esas galas tan caras y elegantes que vemos en la tele o en streaming. Como dijo Álex de la Iglesia: "Hay que ser humildes". Un grupo de PROFESIONALES, ya sean de distintos países y no hablan un idioma común son capaces de hacer una película sin un director, algunos dirán que eso es imposible, pues a mediados del S.XX en Francia pusieron a un hombre con una pipa de director, sólo tenía que fumar y asentir con la cabeza, el experimento fue positivo. A los directores en potencia les digo que el orgullo no es una parte del trabajo, que, en realidad, no son tan importantes, que esto es más un oficio de artesanos que una industria.
Recuerdo cuando decidí de verdad intentar que en mi vida me dedicase a ofrecer entretenimiento al resto de seres humanos con ficciones, ficciones salidas de un libro o de la mente de un guionista y de los cientos de mentes que trabajan en esa producción, recuerdo ese día y os lo voy a relatar. En 2007 tenía por fin la oportunidad de conocer, siendo consciente y no un bebé dormilón, a Roberto Bodegas Rojo asistiendo al Noveno Festival de Cine de Arnedo, el Octubre Corto; o quedarme en casa y salir de borrachera a la discoteca, al bar, o adonde fuese en 2007. Podía aprender o podía disfrutar del momento, esta claro que es lo que hubiese elegido un existencialista, yo elegí ir a Arnedo. Y me fui para conocer "a los Bergman, Godard y Richardson" españoles de los sesenta y setenta. A conocer, como dijo Félix Linares a "Roberto Bodegas es un cineasta, pero también es, de alguna manera, todos los cineastas españoles.
Conocí a Christian de Chalonge, a Antonio Pérez, a Guillermo Maldonado y a Sancho Gracia, o lo que es lo mismo a aprender, y mucho, de 200 años de experiencia acumulada entre esas personas. Fui a aprender los oficios del cine. El oficio de la vida.
Aún persiste en mi memoria esa noche sin miles de fotógrafos apretando obturadores, sin una larga alfombra roja, pero con una sabiduría que no encontraré en ningún otro lugar, unas ganas de enseñar, de hablar, de recordar, de animar. Recuerdo hablar con mi tío abuelo, mi madre le dijo que también quería dedicarme al cine y él me miró seriamente y me dijo: "No te metas en esto que es muy duro" porque sabe lo que es el oficio; acto seguido me sonrió y guiñó el ojo, porque sabe que si uno se sacrifica todo es posible, eso lo sabe muy bien. Saludé a Félix Linares y nos firmó un libro, mi padre y yo le preguntamos por su salud, en aquella época había faltado en dos ocasiones a su programa de LND, lo cual era bastante raro. Escuché a todos, pues ¿acaso no tenía yo más que oír que hablar? ¿acaso no tenía ante mí al buen oficio, a lo que quería, quiero y querré ser? Y recuerdo, estos días más, cuando me despedí de Sancho Gracia después de toda una tarde y una noche escuchando hablar sobre cine, aprendiendo sobre cine, viviendo el cine. Lo recuerdo de pie con su traje y su mano extendida para estrecharla con la mía, recuerdo el dársela y el apretón, y recuerdo con la frase que me dijo con una sonrisa, valga el tópico, de oreja a oreja porque era enorme su sonrisa en aquel momento: "Te pareces a Roberto, eres igualito a El Chino. ¿Menudo es, eh? Encantado de conocerte, a ti te llamaré Chino 2" levantó su cabeza, y me desordenó y reordenó el peinado y dejo su mano en mi hombro. Lamento mucho la muerte de aquella persona esta semana, demasiado.
También recuerdo a mi tío hablarme cuando íbamos al coche "El truco está en que no hay truco, uno es lo que se hace, lo que hace, eso te lo habrán enseñado ya tu padre y tu abuelo. Aprende, no solo mires, observa, mira todo el cine que puedas y si alguien te recomienda algo, míralo cuanto antes. Vive el oficio y el oficio te dejará vivir". Y aquello vale más que los miles de euros de matrícula en la universidad, porque el cine está ahí, en saber sacrificarse, en estar jodido, en elegir el camino complicado que te pone la vida.
A los jóvenes realizadores, cineastas, directores o como quieran que los nombren ahora, el cine no es la fama, el cine no son los fogonazos de los fotógrafos que quieren la mejor instantánea que les puedas ofrecer esa noche, el cine es trabajo continuo, sacrificio, dejar de emborracharse una semana para aprender de verdad, dejar de emborracharse para ir a la hora acordada a los ensayos porque quizá ese día sea el cumpleaños de la madre de tu jefe y él se ha levantado a las 6:00 para preparar todo, sorprender a su madre y poder estar en ese ensayo porque esa es su obligación; el cine es ir a ver localizaciones un sábado a las 1:00 en lugar de irse a casa después de mamar botellines de cerveza con los amigos, es ir a Burguete a -12º para ver la zona; el buen cine es no creerse tan orgulloso y creer que lo sabes todo y sacrificarse. A los jóvenes cineastas, directores, realizadores o personas, la industria del cine puede cambiar, el oficio, la esencia no. Los oficios del cine son sacrificios; son el oficio de la vida.
Que pasada de relato y que pedazo pesonas, sobre todo Sancho, nuestro querido "curro" que en paz descanse. En fin momentos inolvidables que se le quedan a uno, y no es para menos.
ResponderEliminarBatallitas encomiables, enternecedoras. Cuando lees esta clase de textos, llegas a conocer un poco más a la persona que lo ha escrito. En cualquier caso, interesante.
ResponderEliminarUn abrazo, querido amigo. Nos vemos en dos semanitas. ¡Cuídate!