Escucha a las piedras, incluso ellas tienen su grano de sabiduría. ¿Cuánta sabiduría tienes tú en cambio? Es un bien bastante escaso en los humanos, la única certeza que tienen es que van a morir.

domingo, 20 de julio de 2014

El teatro como (re)descubrimiento personal: El guión

"El texto está escrito, pero a veces no sabemos cuál es el mejor ritmo y probamos diferentes cosas" Philippe Gaulier

Creo que es el momento de hablar de una de las piezas clave para una representación teatral: el guión. El guión y todo lo relacionado con el guión es un mundo lleno de grises, relativismos, diferentes percepciones artísticas. Un cúmulo de elementos y puntos de vista, casi todos ellos decentes, donde es muy difícil escribir algo de carácter total. Y sin embargo:

EL GUIÓN NO ES MATERIA ELABORADA

Jamás el guión tal y cómo llega a las manos del director es materia elaborada. El guión físico en formato libro, prefiero llamarlo libreto por razones que veremos después, es materia prima. A uno le llega un guión o bien porque su creador se lo pasa o bien porque ha recibido una copia que puede ser física, en pdf, etcétera. En ninguno de los casos ese guión que cae en poder del director es materia elaborada. Nunca hay que entregar el guión tal cual a los actores, ya sea por un alejamiento al lenguaje con el que se escribió, ya sea un alejamiento cultural, ya sea porque no he encontrado nunca un formato de libreto con el que pudiera trabajar. Cuando cogemos ese libreto y trabajamos con él, le cambiamos el formato, eso ya puede llamarse guion.

Es muy sencillo entender los múltiples porqués. En primer lugar podemos encontrarnos la obra teatral en formato físico. Un libro o libreto nunca fue pensado para ser trabajado en un ámbito escénico, sino para difundir la obra, hacer posible que cualquier persona tenga una copia de ella, disfrutar de su lectura cuantas veces sea posible a lo largo del tiempo y cómo tal su formato no es un formato de trabajo, sino de venta. Tiempo, coste, calidad. Pero sobretodo porque un libreto bien trabajado puede convertirse en una herramienta tan bien engrasada como el resto de elementos teatrales.

En primer lugar el formato. Aquí lo más inteligente es mirar el formato del guión cinematográfico. Durante décadas Hollywood ha gastado millones en el entramado del guión, en la década de los 50 llegaron a gastarse cerca de 500 millones al año. ¡En los años cincuenta! Por lo tanto aprovechemos de las muy contrastadas técnicas del cine. Con el formato de guión cinematográfico más o menos cada página de guión es un minuto en escena por lo tanto antes siquiera de empezar ningún ensayo ya sabremos cual será la duración aproximada de la representación. Esto es una ventaja de gran ayuda pues podremos adaptar siendo conscientes del impacto temporal que nuestras decisiones tienen en la obra.

El formato cinematográfico de guión nos deja mucho margen para escribir, tachar y reescribir. Margen que vamos a ver de mucha utilidad. De otra manera nuestras anotaciones quedarían aún más sucias de lo que quedan y podremos fijarnos mejor si los actores anotan o no. El guión, repito, no es una materia elaborada, hay que trabajarlo, escribir anotaciones. Su carácter primario es la razón por la cual el texto del guión NUNCA hay que MEMORIZARLO. Repetirlo como un papagayo hasta la saciedad no es aprenderlo, simplemente es eso, memorizarlo. Existe un gran problema si memoriza algo con repeticiones, basta que cambie un poco para desbaratarlo todo. La única memorización es escena que nos puede ayudar es la afectiva, la memorización de un texto como si fuese materia de examen hace posible que se puedan notar los fallos desde fuera sin necesidad de conocer la obra. Estoy seguro de que todos ustedes recuerdan a actores entrando y saliendo a echar un vistazo al guión porque no recuerdan las palabras exactas para continuar, estar hablando durante cinco sobre lo mismo en círculo, escuchar solo texto en lugar de las ideas, sentimientos, impulsos y pasiones de los personajes o comerse toda la explicación de porqué un personaje es como es y está donde está. La elección de mostrar algo más que el mero texto convierte la experiencia teatral en algo único e irrepetible.

Esto es de vital importancia porque los guiones distan mucho de ser perfectos. Incluso las grandes obras de los grandes dramaturgos cuentan con fallos inherentes al ser humano. Es por eso que tanto a la hora de escribir un original como a la hora de adaptar sean necesarias más de una versión. Acabar el guión en la primera versión es tirar piedras contra tu propio tejado. No sólo habrá fallos, sino que para cuando los descubras será tan tarde que contarán más de lo que son. Uno no puede recortar en versiones del guión, ayuda a entender mejor la obra, el trabajo previo hará que los errores sean más fáciles de reconocer y pesen menos. Hay que tomarse el guión tan seriamente como el día del estreno, así cuando tengamos la versión definitiva del guión sabremos que hemos empezado, en ese instante, nuestra producción teatral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario