Si no siguen El Ministerio del Tiempo les invito a verla ahora que, de improvisto, han hecho un parón de mitad de temporada. Es una serie difícil de calificar, como la mayoría de los intentos dramáticos en la televisión española. Lo interesante del capítulo es el uso que hace del sonido como elemento narrativo. La escena de la batalla que empieza cuando termina el tambor, la ausencia de sonidos salvo los propios del Teniente una vez estalla el muro, el tic tac del despacho de Salvador que suena más como una bomba a punto de estallar debido a los secretos que guarda con su patrulla, el trueno durante el sueño de Alonso. Resulta gratificante admirar todo eso en una producción televisiva española. Resulta inspirador escuchar hablar a Javier Olivares en persona sobre las historias y los equipos que las forman. No hay nadie que esté por encima de eso y escuchar ese discurso en suelo español es motivador.
Al MdT, como sale en la web de TVE, se le critica el ser de derechas o ser de izquierdas dependiendo del día y el fondo del capítulo, pero la realidad es que sus personajes son mucho más complejos y humildes que esas dos Españas que nos persiguen. Son personajes que poco a poco y a medida que viven y aprenden de la vida se van abriendo más. No lo saben todo y se comportan como lo que son, sin intentar mostar nada. Ni se golpean el pecho con orgullo, ni agachan la cabeza creando nuevos tabúes. Forman parte de los nuevos brazos y nuevas piernas de la carne talada que decía Hernández. Eso les hace más fuertes y por ello más sensibles a las experiencias que les suceden. Es el milagro de ver en la TV española un crecimiento personal, aquello que Aristóteles llamaba catarsis y por mucho que se
repita en las aulas los alumnos parecen olvidar una vez las abandonan. Hay que intentar cambiar el mundo siempre, aunque no lo consigamos. Esa es la magia del MdT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario