¿Por qué hago lo que hago? Porque me divierto, me lo paso bien, me hace crecer, confían en mí. ¿Por qué dejo de hacer algo si me encanta? Porque no me divierto, no me lo paso bien, no me hace crecer, no confían en mí. Parece una respuesta sencilla, pero no lo es tanto y es una idea bastante difícil de comunicar precisamente por esa manía que tienen algunos de no dejar su ego en casa, leed la entrada anterior.
En el torneo vinieron dos personas de Vitoria de ambiente competitivo, esas personas que viajan a lo largo de Europa de torneo en torneo siempre que puedan. Los dos eran completamente distintos. Uno llevaba una lista transfondística, en mi opinión diría que hasta bonita, el otro una infumable hecha con una plantilla Excel para aprovecharse del sistema. Ambos quedaron en puestos parecidos en la zona media de la tabla. No me tocó contra ninguno de los dos, pero por lo que pude ver, siempre tenía a alguno en una mesa colindante y veía la diferencia de caras entre los rivales de estos dos jugadores. ¿Merece la pena ser competitivo?
Depende, depende de a qué te dediques y a qué dediques la fuerza que te da ser competitivo. Porque ser competitivo te otorga una fuerza que puede ayudarte o puede quemarte, que puede hacer que mejores o hacer que quieras poner pegas al resto porque no quieres que te superen. Creo que todos o casi todos hemos oído frases del estilo "Esto no va a salir"; "Te falta personal cualificado"; "Esto es muy pretencioso sólo quieres aleccionar"; o mi favorita "Parece que no quieres hacer esto con nosotros" siempre en alguna presentación o exposición precisamente para poder hacerlo. Competir es luchar con una o más personas por un mismo objetivo. Uno gana y los otros no. La eterna lucha entre protagonistas y antagonistas. La ambición que te da el ser competitivo o se tiene o no se tiene. Forma parte de nuestra mentalidad. Es como ser valiente o ser cobarde.
¿Cuándo es negativa esa competitividad? Cuando se basa en pisotear al otro, no ya mostrar que tu punto de vista es mejor, sino imponerlo al otro de forma que este se humille, que note quien manda, que note quien tiene el poder. Cuando establecemos una serie de normas y nos las saltamos, pero el resto no puede saltárselas. Cuando obtienes un rango no por las aptitudes ni habilidades sino por lo que piensas, por lo que te callas; quizá un día os hable del poder del no y de cómo podemos saber si realmente somos libres gracias al No. Cuando la competitividad hace que haya uno que es el mejor y una larga fila de personas que han hecho cosas muy similares, muchas personas brillantes. ¿Qué pasa con todos ellos? Cuando dividimos entre los mejores y los peores tenemos a mucha gente con ideas alucinantes que no tiene sitio, gente a la que expulsamos consciente o inconscientemente. Cuando por orgullo, miedo, rabia y envidia apartamos a personas porque nos da miedo que tengan la razón y la verdad. Cuando eso ocurre lo mismo no estamos consiguiendo un buen entorno sino un entorno mediocre donde sólo puedan estar personas que piensen como nosotros o personas que secuestren su libertad de expresión. También es negativo cuando queremos demostrar que nuestras ideas son las mejores y que nosotros somos los mejores, la típica frase "Yo también puedo hacer esto". Es negativa cuando te olvidas de todos los que te han ayudado a llegar a ese punto y sólo te importa lo que has hecho tú o cuando sacrificas a amigos, les niegas al más puro estilo San Pedro, que nadie me relacione con él por sus ideas o simplemente te los quitas del medio porque es más importante para ti el fin. La recompensa, los aplausos, los premios, todo lo tangible que pueda mostrar lo superior que soy.
¿Y cuando es buena la competitividad? Cuando trabajamos de forma cooperativa, cuando dejamos que el otro se luzca también, cuando creamos unas bases donde ningún proyecto es demasiado grande, cuando no rechazamos a nadie, cuando inspiramos y nos retroinspiramos unos a los otros y hacemos cosas que nos parecen normales como los grandes artistas renacentistas. Cuando no hay unas pocas manos que acaparen todo, sino un nivel altísimo y los ganadores agradecen a los que se han quedado abajo en ese momento el esfuerzo porque eso es lo que les ha hecho mejores. Pero principalmente cuando compartes objetivos, cuando mejoras, superas los obstáculos; cuando tienes un impulso de seguir siempre adelante, ser inconformista y darle vueltas a las vueltas. Cuando tienes una motivación revolucionaria y tu mentalidad acoge a todos.
Además hay algo en ser competitivo de forma mala y es la insatisfacción permanente. Pensad las personas que habéis conseguido algo durante este último año que os haya costado algún tiempo y reflexionar si estáis satisfechos o si os calláis cosas para que os acepten en determinados vínculos. Para reflexionar, encontré un artículo que tenía de Jervis Jonhson, un diseñador de juegos, que hablaba sobre la felicidad y la competitividad, os dejo las citas que dejaba el bueno de Jervis.
"Mejoramos nosotros mismos por las victorias sobre nosotros mismos" Edward Gibbon
"El momento de la victoria es demasiado corto para vivir para eso y nada más" Martina Navratilova
"La gente buena es buena porque han llegado a la sabiduría a través del fracaso" William Saroyan
Como reflexión final a toda esta serie de entradas; de mi experiencia personal he aprendido que una mala competitividad puede arruinar a personas, con todo el trabajo que tenían tras la espalda, que duele más ver que no confían en ti y que tienen miedo a que rechacen algo tuyo siempre y cuando haya una reflexión objetiva con unos datos reales avalando esa reflexión, quizá un día os hable de una conversación con un profesor universitario que me dijo que no iba a salir una idea de la cual teníamos posibilidad de grabar en verano precisamente por el equipo humano y acabó teniendo razón. No creo que llegue a ser un receptor activo pero sí que soy un emisor crítico activo lo suficientemente inconformista para andar mejorando constante el sistema que por eso creo que mis decisiones no son inamovibles y me da una libertad de no tomarme demasiado enserio y es muy difícil ofenderme si se critica mi trabajo. Evidentemente paro proyectos si no me divierto y que me enfrento a los problemas, no soy de los que se golpean el pecho y alzan la mano al líder mientras grito que no hay problemas. Soy un persona curiosa y necesito esa libertad de acciones, necesito espacio para poder investigar, retocar y que la cima no me interesa mucho más haya de las vistas que da. Soy competitivo, pero lucho contra mí y sé hasta cuando puede llegar un grupo de personas gracias a mi mayor virtud y defecto; disfruto cuando veo a la gente crecer y hacer cosas que ellos creían que era imposible o muy improbable pero también se me enoja fácilmente cuando algún genio profetiza que determinada persona no puede hacer eso, que su único trabajo es ser gregario y sólo hay un pequeño y cerrado grupo de individuos que pueden llegar a la cima. No me gusta el autobombo insano de aplaudir por posición, ni la competitividad mala. Con eso no me divierto y hemos venido aquí a divertirnos y las personas que van pisoteando o protegiendo su estatus destrozando al resto es muy difícil que me caigan bien, sobretodo si traicionan mi confianza.