Corre lentamente por mis venas
lo que mató a tantos seres;
se expande cual fuego por la ladera
arrebatando fugazmente el resto de atardeceres.
Corre lentamente sabiendo que tengo un alma
pobre y desarraigada que perder;
monstruo interno cruel que desgarra
todo aquello que no quise vender.
Lucha constante contra el dolor,
el conocimiento no me hace sentir mejor;
siento perder el control
de lo que pasa en mi interior.
Las heridas provocadas por cristales
son ahora horrendas cicatrices
que curé con lágrimas y vinagre,
pero no empiezan ahí mis males.
En peligro de extinción cual lince
entre los campos solitarios de centeno,
soñé despierto un imposible
que chocó con la realidad; mi veneno.
Y tú, ¿sabes lo que pienso?
ResponderEliminar¡Genial! Buen verano, amigo.