Encerrado en una doncella de hierro
con forma de corazón,
me saluda como a un engendro
entre Aries y Tauro.
Me mofo de mi aspecto
como en una comedia de Plauto.
Onece tu desesperación,
no encuentras su altar de pureza,
caíste en la barca, dejaste el timón;
su himen rasgado, tu ofensa.
Escucha su inapreciable solución,
espera, escucha mi última queja.
Despierto en la trampa magnética
si descanse alguna vez ;
avanza entre la oscuridad
mientras otros se quedan en su fe.
No encuentras su inocencia
y no quieres perder.
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