Cuando se adelanta o se atrasa el estreno de una película hay que preguntarse el porqué. Que motiva a la distribuidora a un cambio de fecha y si ese cambio va a perjudicarle por mucho que le beneficie. Ocho apellidos catalanes es una película que se ha adelantado con forme a lo previsto y cuyo adelanto a supuesto un atraso a Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2. Sin embargo el adelanto de Ocho apellidos catalanes es la decisión de llamar a la gente a las salas de cine por el morbo, las tensiones con Cataluña son las más fuertes de los últimos años y en principio los comicios bien podrían haber caído en Noviembre. Además, diciembre va a ser el mes de Star Wars: El despertar de la fuerza cuyo rendimiento en taquilla puede suponer un récord mundial de espectadores y taquilla anual. Toda una compleja campaña para algo que tan sólo necesitaba mostrar sus credenciales.
Porque Ocho apellidos catalanes por mucho que haya costado más que Ocho apellidos vascos es la secuela de la película española que más ha recaudado. Repite parte de la plantilla pero no fórmula con una historia central más bien floja debido al carácter débil y moderno que se le da al personaje de Berto Romero, su inclusión en la película es crear gancho, cuyo nivel de pulsaciones es plano de principio a fin. Con un antagonista así la trama central vuelve a los chistes regionalistas y a diferencia de la primera sí que se mete con los nacionalismos, sobretodo con la lucha y comparación de nacionalismos.
Si la trama central es floja narrativamente el espectador medio encontrará mayor disfrute en las tramas secundarias e incluso terciarias pues Borja Cobeaga y Diego San José no pueden olvidar sus raíces y menos con un guión hecho deprisa, corriendo y al que le faltan un par de análisis y una revisión completa en la parte catalana. Eso y el nivel actoral más bien normal de la mayoría de actores hace que Karra Elejalde se coma a todos los que aparecen a su alrededor en pantalla, tal importancia tiene que empezamos con él en unos planos en los que le dan más importancia que a partener, Carmen Machi, y acabamos con él. Si esto fuese una partitura diríamos que él es el protagonista. Tal flojera contiene la trama principal y se acentúa con sus actores protagonistas.
Estamos ante una película vacua cuyo único propósito consiste en entretener y conseguir una risa de vez en cuando y pasar. A mitad de la película hay un bajón y se empieza a pedir el tiempo de descuento, pero también es la parte en donde Berto y Rosa María Sardá acumulan más escenas y de más importancia, la segunda se pasea por la película. Es una lástima porque su personaje es una remisión a Good Bye, Lenin! muy bien llevada y muy desaprovechada. Al final tanta tensión generada en torno a ese personaje y no ocurre nada, no hay detonación de tal forma que derrumba todo lo creado anteriormente.
En cuanto a la dirección Emilio Martínez-Lázaro supera la película tirando de experiencia sin demasiados deleites visuales, con un lenguaje sencillo, sin subtexto. Las escenas con retoques digitales se notan mucho y no es que aporten excesivamente pero hay dos momentos en los que demuestra sus galones. En ambos nos hace recordar al Saura de la película de danza con ese plasticismo, ese sonido que acompaña al movimiento y nos traslada a mil sitios sentados en uno sólo. Son dos secuencias, una más larga y más explícita pues es un baile y la segunda, más breve, viene con el beso final. Eso vale oro, con eso el resto sobra.
Estamos ante una película que podemos dejar pasar, con una producción precipitada en todos los aspectos, la banda sonora se grabó la primera semana de octubre de este año, cuyo éxito se debe al al precedente y no al actual producto, sin embargo, no podemos olvidar el funcionamiento: el director es director, los guionistas son guionistas y el montador es montador. No hay encabalgamientos, ni envidias, prejuicios. Se trata a todos por igual, una suma de partes que pesan más que la interactuación de las partes solas. La maquinaria funciona, ahora falta el producto.
Estamos ante una película que podemos dejar pasar, con una producción precipitada en todos los aspectos, la banda sonora se grabó la primera semana de octubre de este año, cuyo éxito se debe al al precedente y no al actual producto, sin embargo, no podemos olvidar el funcionamiento: el director es director, los guionistas son guionistas y el montador es montador. No hay encabalgamientos, ni envidias, prejuicios. Se trata a todos por igual, una suma de partes que pesan más que la interactuación de las partes solas. La maquinaria funciona, ahora falta el producto.