A Gabriel García Márquez el nombre le queda muy solemne, demasiado serio, por eso el mundo que se postra bajo su pluma lo llama Gabo. Uno puede pensar que es un viejuno por sus ochenta y tres años, pero lo cierto es que tiene pensado llegar a las tres cifras y morir como el señor que es.
Todo el mundo recuerda de él Macondo, como si todo el mundo hubiera estado alguna vez ahí, Macondo es como un estado de ánimo. Es de mención de honor que el personaje de Ted Mosby tiene a El amor en los tiempos del cólera como su novela favorita, aunque no es el único, el personaje de John Cusack también busca un ejemplar en concreto de ese libro en el film Serendipity.
La Wikipedia todavía se empeña en decir que Gabo escribe en español, como si él no escribiera en castellano, uno de los más turbios y lindos, como los de Neruda o Borges. Por que Gabo escribe en castellano, lejos de donde sus autodenominados hablantes cultos desconocen los tiempos verbales. Mea culpa. Cada uno que lleve su cruz.
De normal ando adelantado con algunas novelas que nos mandan leer, suena demasiado impositivo, pero esta vez no ha sido así. Y me ha hechizado, eso y acabar el libro con el final de Así habló Zaratustra, cuyos compases finales se pegan a la literatura como la piel a la carne. Y puedo asegurar que he visto las imágenes en pantalla, es un film ese librito. Se podría hacer una hermosa película con un guión sólido, así que se lo dejaremos a los directores colombianos, no vaya a ser que lo rompamos acá.
Pero se puede hacer, yo mismo vi la escena final, tal y como quedaría e incluso como se grabaría con una Steadicam.
Me voy por los cerros de Úbeda, lo que quería decir es que el libro es magnífico, no indispensable como dicen ahora todos los críticos literarios, real, magnífico, recuerda a La casa de Bernanda Alba.
PD: Me vale una Glidecam para hacerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario